Recordando... II

Mi historia merece ser contada por chicos de la calle, instruidos por la verdad y capacitados para entender y comprender los entresijos de una vida desviada. Oscuros entresijos de un corazón fragmentado en mil pedazos, que en cada uno de ellos mil recovecos más para admirar, lo que una vida llevada a la practica es capaz de formar.

Mi rostro refleja la felicidad muerta, tal y como yo la he llamado de tanto convivir con ella, mis manos andan cansadas, buscando eternamente un sitio donde poder descansar perpetuamente, mis piernas ya desgastadas, piden a gritos que se les mutile, hartas de andar por tantos caminos inhóspitos y desagradables, mis ojos tiemblan al mirar al frente, perdidos a lo lejos de observar los horrores de esta manzana podrida.

La mente de una persona muerta, la mentalidad de un hombre de 60 con uno de 12… es así, yo no quise ser como soy, pero si elegí ser un escritor, elegí ser libre de pensamiento, soy libre de poder escribir mi historia con el papel que me han dado, aunque mi historia sea escrita, en estos tristes renglones, en estos renglones desencajados.